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Cuidados básicos de los jerbos

Introducción

Los roedores que comúnmente llamamos “jerbos” y que se venden como mascotas son en realidad gerbiles de Mongolia (Meriones unguiculatus). ertenecen a la familia de los múridos igual que las ratas y los ratones. Los verdaderos jerbos son roedores de la familia de los dipodios. Pero, dado que todo el mundo en España conoce a los gerbiles de Mongolia como “jerbos”, en adelante los llamaremos así para evitar confusiones.

Son animales desérticos y en la naturaleza viven en túneles, donde se protegen de las temperaturas extremas, aunque no hibernan. Se alimentan básicamente de semillas, hierbas, raíces, etc., pero son omnívoros y no desaprovechan cazar algún insecto si pueden. Son muy sociales y viven en colonias normalmente compuestas por un macho, una hembra y sus crías jóvenes.

De adultos, su tamaño está entre el de un ratón y el de una rata, teniendo un peso entre los 50 y 120 gramos. Su cola es aproximadamente de la misma longitud que su cuerpo y está provista de pelo.

Los jerbos originales son de un color llamado “golden agoutí”, que es marrón con mechas negras y rubias y con la panza color claro, pero a base de cruces durante décadas, los criadores han conseguido más de 30 variedades de color distintas.

Fueron llevados al campo de la investigación hace más de 50 años y superaron a ratas y otros roedores en las pruebas de laboratorio gracias a su gran inteligencia. Su docilidad y fácil cuidado llevaron a que algunos investigadores empezaran a llevarse algunos ejemplares como mascotas y así empezó su vida como animal de compañía.

Son animales amistosos con el ser humano, no suelen morder si no se les maltrata o manipula incorrectamente, son tremendamente rápidos y ágiles, pero, sobre todo, lo que les caracteriza es su gran curiosidad. Además, sus diferentes personalidades los hacen animales fascinantes de observar.

Comportamiento

Están activos tanto de día como de noche, alternando periodos de sueño y de actividad. Construyen nidos para dormir y suelen hacerlo todos juntos, sobre todo si hace frío. No conviene despertarlos cuando duermen para no irritarlos.

Además de comer y dormir, pasan mucho tiempo jugando con cualquier objeto que les ofrezcas, aunque en ocasiones se cansan una vez satisfecha su curiosidad.

Roer es una de sus principales ocupaciones diarias ya que tienen dientes que les crecen toda la vida y deben desgastarlos para que no les creen serios problemas al comer. Por tanto, una de sus maneras de explorar o jugar con algo, es destruirlo con sus incisivos que pueden acabar con la mayoría de complementos de las jaulas para roedores que venden habitualmente, sobre todo si son de plástico. Pero lo que de verdad les fascina son los rollos de cartón del papel higiénico y de cocina. Su pasatiempo favorito es destruirlos, así que toda persona que tenga jerbos debería almacenar todos los que pudiera para que ellos los disfruten.

También dedican mucho tiempo a excavar, o al menos a intentarlo, pues en la naturaleza construyen túneles como madrigueras, así que se pueden pasar mucho tiempo arañando, lo que les ayuda también a desgastar las uñas. Si se les da la oportunidad de hacerlo, es muy curioso ver cómo usan sus patas traseras para propulsar hacia atrás el material excavado y cómo su cabeza hace las veces de ariete para apartar todo lo que les molesta.

Son muy limpios y, no sólo se acicalan ellos mismos, sino que se lo hacen también a otros individuos de su clan. Además, no suelen tener un olor muy fuerte, por lo que no es necesario limpiar sus habitáculos muy a menudo. Pueden aguantar perfectamente tres semanas o más sin que su jaula o pecera esté muy sucia.

Suelen arrastrarse porque poseen una glándula odorífera en su panza que usan para marcar con su olor todo el territorio, incluidos los otros individuos, todos los objetos a su alcance y nosotros mismos si les ponemos la mano cerca. Es su manera de reclamarlo todo para ellos. Este comportamiento es más intenso en los machos.

Son muy atléticos y no sólo por lo rápidos que son, sino por su grandísima capacidad de salto, llegando a elevarse del suelo más de medio metro si se lo proponen. También suele sorprender la facilidad con la que se ponen a dos patas, en ocasiones totalmente erguidos. Además, son muy buenos trepando, lo que unido a su inteligencia los hace buenos “escapistas”.

También hay que destacar que algunos son asustadizos, unos más que otros, y suelen correr a esconderse o saltar de pronto hacia arriba porque se sobresaltan. No tiene que ser necesariamente por ruidos fuertes, ya que muchas veces los hay y no les prestan atención. Su manera de avisar a otros jerbos de lo que ellos consideran un peligro potencial es tamborilear fuerte con sus patas traseras, aunque ese ruido lo hacen también cuando se están cortejando para aparearse.

Gran parte de los ruidos que ellos hacen, los emitan en frecuencias que nosotros no captamos, pero a veces sí se les oye como si piasen. Dependiendo del caso puede ser por miedo, para protestar por algo o simplemente de gusto cuando los acicalan. También tienen buena vista y buen olfato.

El celo de las hembras merece mención aparte, pues les cambia totalmente el comportamiento. Entran en un estado de desesperación grande para aparearse con el macho que, una vez captada la provocación, se dedica a perseguir a la hembra y montarla cada pocos segundos. De hecho, los jerbos tienen el record de apareamientos por hora en el mundo animal. Las hembras tienen el celo habitualmente cada cuatro días y les dura entre 12 y 24 horas.

Hay que tener en cuenta que las hembras tienen el carácter habitualmente más fuerte que los machos y que, si ven a otra hembra en celo, suelen intentar evitar que esta se aparee para maximizar las probabilidades de supervivencia de su propia descendencia hipotética. Esto puede llegar a provocar peleas en algunas ocasiones y por ello no se recomienda en ningún caso ni tener grupos de adultos de distintos sexos (exceptuando el caso de una pareja de macho y hembra, por supuesto), ni grupos de hembras adultas de más de tres (aunque hay quien cree que tres ya son muchas). Tampoco se deben tener grupos de machos de más de cuatro, porque puede haber conflictos de dominancia igualmente. De igual manera, nunca se deben mezclar jerbos con otros animales, incluso aunque sean roedores.

Aun así, los jerbos son animales sociales y, si están solos, están tristes. Solamente en casos excepcionales, como jerbos de avanzada edad que se han quedado solos, podría resultar inapropiado buscarles un compañero. Por eso, lo mejor es tenerlos por parejas del mismo sexo, para que sean felices y evitar que críen. Aun así, poner un compañero a un jerbo merece un capítulo aparte, ya que ni mucho menos es sencillo. Es un proceso laborioso que sólo funciona en determinadas circunstancias y que se llama “método de la jaula dividida”. Explicaremos más adelante este método.

Además, hay que explicar que, si un clan de jerbos se separa por más de 24 horas, quedará ya divido y si queremos que vuelvan a estar juntos, habrá que estudiar si se les puede aplicar el método de la jaula dividida o no, pero en ningún caso hay que arriesgarse a ponerlos simplemente juntos.

No es habitual que muerdan al ser humano, pero si se les molesta mucho o si olemos a comida, probablemente recibamos un pequeño mordisco a modo de aviso o prueba, que no nos llegará a perforar la piel. Si verdaderamente se sienten acorralados sí que pueden reaccionar en defensa propia y apresarnos firmemente, en cuyo caso deberemos soplarles fuerte a la cara para que nos suelten y limpiarnos la herida si nos han hecho sangrar. No hay que preocuparse ya que los jerbos no pueden contagiarnos ninguna enfermedad importante.

Hay que explicar también que los jerbos tienen un método de escape de sus depredadores con el que hay que tener mucho cuidado. Si se los sujeta por su rabo, ellos giran, tiran fuerte y se desprenden de él para poder huir y salvar la vida. Por eso, hay que tener en cuenta que *bajo ninguna circunstancia debe agarrarse un jerbo por la cola*. Si se hace, lo más normal es que la cola del animal quede amputada, de manera que parte o todo el hueso quede al aire y días después, tras secarse, se les desprenda, quedando así ya para toda la vida.

Alimentación y agua

Los jerbos son omnívoros, pero eso no quiere decir que deban comer cualquier cosa. Podemos dividir la comida que les resulta apropiada en varios tipos:

Comida seca y piensos

Debemos buscar un pienso apropiado.

Piensos recomendados: Healthy Handfuls de Oxbow, Bunny, Gerri Jerbos de Supreme , JR Farm… El porcentaje adecuado de proteína para un jerbo es de un 16 a un 22%. Si tienes dudas respecto a una marca de pienso, debes consultar a tu veterinario especialista en exóticos.

Comida fresca

Los jerbos son menos susceptibles a la diarrea que otros roedores, sin embargo no son inmunes y por ello, se les debe acostumbrar a todas frutas y verduras poco a poco. Si el jerbo no está acostumbrado a comer verdura y fruta fresca, ésta deberá introducirse siguiendo la Regla de los 3 días

Es fundamental que tomen este tipo de alimentación y se suele recomendar administrársela día sí, día no como complemento a la comida seca. Hay quien cree que esto hace que no necesiten beber agua, pero es un grave error.

Se les puede dar: acelga, espinaca, escarola, endivia, brócoli, lechuga, canónigos, berros, rúcula, pepino, apio, zanahoria, nabo, alfalfa, calabacín, guisantes, lombarda, manzana, pera, melocotón, albaricoque, fresquilla, uva, fresa, etc.

Insectos y pequeños invertebrados

Se les pueden dar de vez en cuando grillos y tenebrios, de los que venden en las tiendas de animales y no hay que asustarse si alguna vez cazan una polilla, hormiga o araña, pero pueden pasar perfectamente sin este tipo de dieta si el pienso tiene la correcta cantidad de proteína (16 a 22%).

Otros

De forma muy ocasional y en pequeñas cantidades se les puede dar pan, galleta, queso o yogur natural. Nunca alimentos fritos o ultraprocesados.

También pueden tomar algunos alimentos cocidos como patata o arroz, así como cereales sin azúcar o semillas.

Al ser animales desérticos los jerbos toman poca agua pero, aunque se les den de comer frutas y verduras, es necesario que tengan agua en todo momento. Deben disponer por tanto de bebedero y se les debe cambiar el agua cada pocos días. Además, los frutos secos (crudos y sin sal) son también una de sus golosinas favoritas y por ello no conviene dárselos en demasía. Sin embargo, ellos disfrutarán de nueces, almendras, avellanas, piñones, etc. cuando se los ofrezcamos.

Sexado

una larga prole de bocas que alimentar, así que vamos a dar las claves de cómo hacerlo.
Un macho adulto tiene los testículos bien visibles. Son dos enormes bultos que se encuentran bajo la base de la cola y que parecen tener la forma de un cojín.

Por si hay dudas, lo fundamental para diferenciar machos y hembras es ver la distancia entre el ano y el pene o vagina. Si los genitales y ano están muy pegados significa que es una hembra y si están más separados es que es un macho. Sin embargo, cuando los jerbos no son adultos, diferenciarlos puede ser difícil para los no iniciados.

Si los jerbos son bebés sin pelo aún, a las hembras se les aprecian tres o cuatro pares de mamas en la panza.

Cuidados básicos

Los jerbos no son animales que necesiten especiales cuidados, sin embargo hay cosas que conviene aclarar.

Su temperatura debería estar entre los 18 y 28 grados centígrados y nunca habría que dejarlos expuestos al aire libre ni a corrientes de aire. El que les dé un poco el sol todos los días les viene bien para que absorban vitaminas y que el calcio se les fije bien en los dientes, pero las altas temperaturas son peligrosas, por lo que no debería hacerse en verano.

Jaula

Podemos alojarlos en jaulas, peceras, terrarios, etc. y cuanto más espacio les demos, mejor. La jaula para 2 jerbos debe tener como mínimo 1 metro de largo en un solo piso (aproximadamente 0,5 m2) y para cada jerbo extra se deben añadir 0,25 m2. Sobre todo, es importante que pensemos que un acuario de muchos litros de capacidad no sirve de mucho si la superficie en la que se pueden mover es pequeña. Por ello, si se dispone de espacio, en sus habitáculos, se puede aprovechar la altura para construirles más pisos o estructuras por las que puedan trepar. Para ello hay que tener en cuenta que los pisos deben permitirles ponerse erguidos sobre dos patas y por tanto deben tener una altura mínima de 15 centímetros.

Hay personas que defienden el uso de acuarios frente a las jaulas, porque piensan que están menos expuestos a corrientes de aire, que son más fáciles de limpiar y sobre todo que no permiten salir fuera el sustrato que sin duda los jerbos esparcirán por todo el habitáculo gracias a su instinto excavador. Para los que decidan usarlos, hay todo tipo de accesorios para colgar como bebederos, ruedas de ejercicios, etc.

Sobre las jaulas, hay muchas que están diseñadas para roedores, pero lo que a simple vista parece bien construido, en poco tiempo se puede revelar como poco efectivo. Por ejemplo, hay que pensar que las jaulas de un solo piso suelen ser muy pequeñas y que las de varios pisos a menudo usan suelos de rejilla diseñados para que toda la suciedad caiga hasta abajo, pero que son auténticas trampas para las patas de cualquier pequeño roedor. Muchas fracturas y amputaciones han producido esos suelos y, por supuesto, se deben cubrir con materiales sólidos que les permitan pisar sin problemas.

Los jerbos muerden todo lo que sea de plástico hasta destruirlo. Si la jaula es de plástico o contiene muchos juguetes de ese material acabará siendo destruida total o parcialmente por los poderosos incisivos de los jerbos.
De todas formas, es muy fácil comprar una jaula grande, de loros u otros animales, y reformarla por dentro para que se convierta en el hogar de nuestros jerbitos. Construir unos pisos, comprar unas escaleras para pájaro o usar tubos de cartón que sean muy fuertes para los accesos a las plantas, etc. Incluso de venden “kits” para hacer esas transformaciones, aunque suelen ser de plástico por desgracia.

Lo que hay que vigilar en cuanto a las jaulas es que las rejas de las paredes no estén muy separadas como para que puedan meter la cabeza ni que sean demasiado estrechas y se les pueda quedar alguna extremidad enganchada.

Respecto a cómo limpiar la jaula, lo mejor es agua y un poquito de jabón junto a un cepillo de dientes viejo, que son perfectos para manejarse entre los barrotes.

Sustrato

Sustratos adecuados:

  • Fibra de coco apta para terrarios (sin químicos ni fertilizantes, no cualquier fibra de coco sirve). Viene en bloques que hay que humedecer y dejar secar muy bien antes de ponerla en la jaula. Es el mejor sustrato para hacer túneles y se puede mezclar con otros.
  • Sustrato de cáñamo. Es económico pero por sí solo no aguanta bien los túneles.
  • Lecho de papel o celulosa para roedores sin olor. Calentito para el invierno.
  • Alfombras de cáñamo. Las romperán y las incorporarán a sus túneles.
  • Lecho de mazorca de maíz. A veces pueden comerlo.
  • Papel higiénico. Añade entretenimiento mientras lo rompen y se hacen nido o lo incorporan a los túneles.
  • Heno o paja. Se puede mezclar con otros sustratos para darles consistencia.

No se deben usar: Serrín, virutas de madera de coníferas (pino, abeto, cedro, etc…), lana, algodón, pelo de cabra, tela, papel de periódico o papel con tinta.

Ejercicio

Para que estén saludables, lo mejor es que puedan disfrutar de paseos fuera de jaula y en entornos controlados.

Sin embargo, para poder sacar a los jerbos a jugar, deberá ser siempre bajo supervisión nuestra y en lugares a prueba de jerbos, es decir, sin cables que roer, donde no puedan destrozar nada importante con sus dientes y por supuesto con muchísimo cuidado de no pisarlos, de que puedan escapar o de que alguna de nuestras otras mascotas se los encuentre. Se puede hacer en suelos de cuartos de baño (bajando las tapas de inodoro, que saltan mucho y ya ha habido algún ahogamiento), encima de una cama, sobre una mesa no muy alta (poniendo cojines o almohadas en el suelo para que si se caen no se lastimen), etc. No utilices las bolas de plástico en las que se introduce el roedor dentro y se le suelta por la casa, ya que les resultan estresantes y artificiales y no les permiten explorar.

Si los sacamos a jugar, ellos disfrutarán mucho curioseándolo todo y es fácil de limpiar lo que puedan ensuciar. Incluso si su alojamiento es una jaula, lo que se puede hacer es sacar la jaula entera a su lugar de juego y simplemente abrirles la puerta. Ellos solos entraran en ella de nuevo para dormir cuando les apetezca, porque efectivamente suelen reconocer eso como su casa.

Para capturarlos, si es necesario, lo mejor es usar un tubo medianamente largo porque los jerbos sienten fascinación por ellos y acabarán entrando dentro. Es mucho mejor que andar persiguiéndolos por todos lados y acabar sujetándolos de mala manera.

Rueda de Ejercicio

Es conveniente proporcionar a nuestros jerbos una rueda de ejercicio. A algunos no parecen gustarles mucho, pero otros las disfrutan realmente. Eso sí, hay ruedas y ruedas. Las de plástico suelen durar lo que tardan en encontrar su punto débil y roerlo, por ello conviene que sean metálicas.

El tamaño de la rueda les debe permitir ponerse estirados en ella y por tanto no les valen las que venden para hámster enanos. Una rueda de entre 20 y 30 centímetros de diámetro es adecuada.
Hay que tener mucho cuidado con las colas y extremidades porque, si la rueda no cumple con unos requisitos mínimos de seguridad, puede haber amputaciones. Lo ideal es que el suelo de la rueda sea sólido (sin rejilla) y que la rueda no tenga radios.

Desgaste de los dientes

Para desgastar los dientes, los cartones son ideales y también vienen bien esas piedras de minerales y calcio que se venden en las tiendas. De todas formas, no nos sorprendamos de verlos morder los barrotes de la jaula, bien sea por necesidad de roer o para pedirnos que los volvamos a sacar a jugar. Las piedras de minerales son peligrosas si las consumen demasiado rápido, en estos casos es mejor retirarlas.

También se le pueden proporcionar ramas de árboles libres de pesticidas o maderas de pino sin tratar.

Juntando jerbos

Método de la jaula/pecera dividida

La cuestión cómo hacer para juntar jerbos es importante, ya que muchas veces tenemos un jerbo solo porque sus compañeros murieron, porque fue necesario separarlo de ellos o simplemente nos hemos dado cuenta de que teníamos un único jerbo y estaría mejor en compañía. También está el caso de que dos compañeros hayan sido separados durante más de 24 horas. En este caso, ellos consideran que su grupo se separó y deben pasar también por el proceso para volver a vivir juntos.

Hay que tener en cuenta que los jerbos son muy territoriales y que atacarán a cualquier intruso que entre en su territorio sin ser debidamente presentado. Esa presentación debe hacerse con un método laborioso, llamado de la pecera dividida que no tiene garantías de éxito. Sólo hay una excepción en la que se puede obviar el método, pero en ningún caso está de más realizarlo. Implementar el método en jaulas es análogo, aunque puede ser más difícil dependiendo del tipo de jaula.

Antes de empezar hay que decir que este método sólo es efectivo cuando intentamos juntar dos jerbos solitarios y no vale para grupos. O sea, que si lo que pretendemos es juntar un jerbo con un grupo, no nos vale. De hecho, es que no hay método efectivo para conseguir juntar grupos de jerbos, aunque ya hablaremos más tarde de un caso excepcional.

Como su nombre indica, el método de la pecera dividida consiste el dividir una pecera en dos partes, usando algún tipo de separador que impida que las dos mitades se comuniquen, pero que a la vez permita que los jerbos que se situarán en cada lado se vean y se huelan. Por ejemplo, nos vale construir un separador con una malla metálica, pero hay que asegurarse de que va a aguantar los envites de los jerbos para que no haya problemas.

Una vez separado el habitáculo en dos, se retiran todos los juguetes para que no los distraigan y se pone un jerbo a cada lado. El método consiste en dejar que se conozcan durante al menos dos semanas, periodo en el que deberemos cambiarlos de lado cada varias horas. De esta manera los jerbos estarán en contacto, pero sin poderse agredir hasta que veamos que están tranquilos como para intentar dejarlos juntos.

La idea es que se habitúen al olor del otro y que no consideren invadido su territorio. A la hora de retirar la división, conviene proveerse de unos guantes para poder separarlos si se pelean (se hacen una bola y se muerden el uno al otro). Si la pelea se da, hay que volver al método, al menos otra semana, antes de volver a intentarlo. De todas formas, hay que vigilarlos muy atentamente durante las siguientes horas y observar su comportamiento durante varios días.
Aparte de ver que ellos están tranquilos y no se agreden, la señal de que todo va bien es que se vayan a dormir los dos juntos.

Hay cosas que pueden ayudar, como por ejemplo que el proceso se desarrolle en algún lugar tranquilo y donde no haya más jerbos. También puede ser bueno que cuando les juntemos definitivamente, lo hagamos en un lugar nuevo, que ellos no conozcan y no puedan reclamar como suyo. Aprovechando que ellos siempre tienden a marcar todo el territorio con su glándula odorífera, su orina y sus heces, también podemos sacar partido de eso si restregamos a los jerbos por los “olores” del otro para que así se acepten mejor.

De todas formas, el método de la jaula dividida es más o menos difícil dependiendo del sexo de los jerbos y de sus edades. Cuanto más mayores son los jerbos, más difícil es juntarlos y también suele ocurrir que las jerbas sean bastante más problemáticas que los machos.

De esta manera podremos decir que, por lo general, juntar dos hembras adultas es tarea muy complicada, mientras que juntar un macho y una hembra suele ser lo más fácil (con al menos uno de los dos castrado).

Juntar adultos con jerbos de menos de 2 meses

Los jerbos son animales poco conocidos. Eso hace que muchas veces se hable de ellos desde el desconocimiento y se digan cosas inciertas. La longevidad de los jerbos es un ejemplo de eso, ya que se suele defender que un jerbo dura entre 3 y 5 años, sin aclarar nada más.

Lo cierto es que un jerbo que tenga salud de hierro efectivamente podría llegar a los 5 años, pero es altamente improbable y sería algo así como decir que una persona llegue a 100. De hecho, si el animal llega a cumplir los 4 será un gran éxito.

Habría que aclarar que un jerbo es viejo a los 3 años, aunque hay incluso personas que defienden que lo son a los 2 años y 9 meses y lo normal es que los jerbos que lleguen a la vejez mueran entre los 3 y los 4 años.

Los jerbos que nosotros conocemos como animales de compañía, son producto de la cría en cautividad durante décadas y además se han forzado cruces que han debilitado su genética, bien para conseguir nuevos colores, bien para obtener taras y enfermedades que poder estudiar en laboratorios.
El resultado es que probablemente los jerbos originales capturados de la naturaleza, bien podrían haber unido unos buenos genes a la alimentación y seguridad que les da la cautividad para proyectar su longevidad hasta los 5 años, pero 50 años después, para sus descendientes eso resulta casi una utopía.

Salud

Lo primero que hay que decir es que debemos ser responsables con nuestras mascotas. Si acogemos un animal en nuestra familia, adquirimos unas responsabilidades básicas con él, entre las que se encuentran alimentarlo, alojarlo adecuadamente y cuidar de su salud. Por ello, tenemos que recomendar que sea cual sea su especie, hagamos lo posible por tener localizado un veterinario que lo pueda atender en caso de enfermedad o lesión.

Si nuestro jerbo tiene algún problema de salud se le debe llevar cuanto antes a un *veterinario especialista en animales exóticos*. Para encontrar un veterinario de exóticos cerca de tu lugar de residencia consulta el listado de veterinarios de exóticos

Lo que sí que tenemos que recomendar es buscar una clínica que esté lo más cerca posible de nuestros domicilios, ya que cuando un jerbo está enfermo, cualquier cosa que le estrese le hará empeorar rápidamente.

Una vez dicho esto, lo más importante para mantener a nuestros jerbos saludables es la prevención, ya que, aunque un jerbo esté enfermo, muchas veces no nos daremos cuenta hasta que sea ya demasiado tarde. Por ello, debemos observar el comportamiento de nuestros jerbos al menos una vez al día y realizar periódicamente un chequeo básico de su salud.

Dicho chequeo básico debe vigilar que no se den los siguientes signos de enfermedad:

  • Pelo lacio, sucio y desaliñado. A veces un jerbo se despeina, pero si no se limpia y cuida el pelaje en un signo claro de enfermedad.
  • Exceso de porfirinas en ojos y nariz. Las porfirinas son generadas normalmente por los jerbos y son sustancias rojizas que se suelen confundir con sangre. Si el jerbo pasa temporadas segregando un exceso de porfirinas (cromodiacorrea) puede ser por otra enfermedad asociada.
  • Letargo. Si un jerbo está muy aletargado, también es signo de que las cosas no van bien. Por supuesto, los jerbos pasan mucho tiempo durmiendo y más cuando se van haciendo mayores, pero a lo que nos referimos es a cuando un jerbo se mueve poco y está con pocas fuerzas.
  • Temperatura. También hay que ver que su temperatura sea normal, ya que un jerbo enfermo pierde calor con rapidez. Su temperatura habitual son los 38 grados centígrados, pero puede llegar a los 30 o menos si nos descuidamos.
  • Dientes y uñas muy largos. Un jerbo con los dientes excesivamente largos puede morir de hambre al no poder comer y por eso hay que vigilarlos bien. Las uñas pueden crecer mucho, aunque no es habitual. Podemos vigilar que no les impidan andar correctamente.
  • Pérdida de peso. Una pérdida de peso repentina es una indicación clara de problemas, bien en los dientes, bien por otro tipo de enfermedad. Si un jerbo no come o come poco, sus reservas se merman a gran velocidad, pues su metabolismo es muy acelerado.
  • Respiración muy pesada y agitada. Los jerbos respiran deprisa, pero si notamos que les cuesta respirar es mala señal. Puede ocurrirles eso en momentos de estrés, pero si se convierte en habitual no es normal. Al llegar a viejos, es normal que su respiración sea cada vez más difícil.
  • Ruido al respirar. También es signo de enfermedad cardio-respiratoria si hacen ruido al respirar. A veces es como un “clic”, pero otras veces es más fuerte. Si ocurre eso y no lo tratamos, nuestro jerbo puede morir por la infección. Podemos acercarnos el jerbo al oído para comprobar su respiración.
  • Come y bebe poco. Hay que vigilar que nuestros jerbos coman porque si no lo hacen es que hay problemas graves. Habría que probar a darles sus golosinas favoritas y debemos preocuparnos si no las comen. Es difícil de comprobar si beben o no porque lo hacen en poca cantidad, pero si se observa que el animal está deshidratado habría que obligarle a tomar agua o darle una papilla con una jeringuilla.
  • Heridas. Si se observan heridas habría que curarlas con yodo diluido en agua (1/10). Es importante que observemos su comportamiento por si las heridas son consecuencia de peleas. Si fuese necesario habría que separar a los jerbos para evitar males mayores. Las heridas por peleas suelen estar en el cuello y en la cola.
  • Bultos y verrugas. Los jerbos tienen tendencia a los tumores y verrugas, sobre todo en la glándula odorífera de su panza, pero también pueden aparecer en cara, oídos y otros lugares. En el caso de encontrarlos habría que vigilar su crecimiento y consultar con un veterinario.
  • Mal olor en la jaula. Puede ser que simplemente necesitemos limpiársela, pero a veces es señal de que tienen diarrea y se pueden deshidratar.
  • Problemas de equilibrio. Si tienen problemas de pérdida de equilibrio puede ser por una infección en el oído interno, un tumor cerebral o infartos cerebrales.

En resumen, habría que observar el comportamiento de nuestros jerbos al menos una vez al día y comprobar que se mueven bien. De vez en cuando también debemos acercárnoslos al oído para comprobar su respiración, comprobar el olor de su jaula o pecera, examinar su glándula odorífera, su nariz, sus oídos, sus dientes, su pelo, su cola y sus órganos sexuales.

Enfermedades

Por último, vamos a enumerar una lista de enfermedades que nos podríamos encontrar en nuestros jerbos.

  • Problemas respiratorios e insuficiencias cardíacas: infecciones por virus o bacterias (neumonías, etc.), alergias, etc. y/o problemas de corazón.
  • Tumores.
  • Colas amputadas total o parcialmente.
  • Infartos cerebrales. Habitualmente producen parálisis.
  • Ataques o epilepsia. Los puede producir el estrés y habría que dejar al jerbo en la oscuridad, tranquilo y sin ruidos hasta que se le pasen
  • Nariz u oídos con exceso de mucosidad (porfirinas). Se llama cromodiacorrea y por sí sola no suele ser un problema, sino un síntoma de algo más grave.
  • Parásitos externos. Si tienen ácaros u otros parásitos lo confirmaremos pasándoles por el pelo una toallita de papel o envolviéndolos en ella un rato. Si en el papel vemos parásitos, limpiaremos bien toda su jaula y nos pondremos en manos del veterinario.
  • Diarrea. Habría que hidratar al jerbo y reducir su ingesta de vegetales. Si no mejora en 24 horas, habría que ir al veterinario, ya que puede ser por una enfermedad más grave como la de Tyzzer, que es mortal para los roedores.
  • Dientes demasiado largos.
  • Golpes de calor.
  • Problemas en el oído interno. Tumores, infecciones e infartos cerebrales producen pérdida de equilibrio.
  • Fracturas de huesos. Si la fractura no es grave se curará sola en poco tiempo, pero si no, podría ser necesaria una amputación.
  • Cataratas.

Reproducción

No se va a recomendar en ningún caso desde La Madriguera el criar jerbos ni ningún otro animal doméstico. Lamentablemente hay demasiados abandonos y precisamente el control de la natalidad es una necesidad por el bien de tantos y tantos animales que esperan ser rescatados en perreras y asociaciones de animales y otros muchos que mueren o simplemente pasan su vida mendigando en la calle. Por todo ello, la recomendación para los no iniciados es no criar sino adoptar. Por muy bonita que sea la experiencia de verlos crecer, tan buena o mejor es la de rescatar otros animales necesitados.

La opción clara por tanto es mantener a estos animales sociales en grupos del mismo sexo, pero también podemos mantener parejas de macho y hembra si alguno de los dos está esterilizado. Está claro que una castración es muy cara (más en hembras que en machos), pero también son claras sus ventajas, ya que el estado natural del jerbo es en pareja y evitaremos así la cría sin control. Además hay beneficios en la salud de nuestros animales, como por ejemplo evitar los tan recurrentes tumores de ovarios en las jerbas. Sin embargo hay que advertir que no todos los veterinarios se atreven a esterilizar jerbos y que hay muchos riesgos en operar un animal tan pequeño, ya que no se les pueden hacer pruebas previas para ver su estado de salud. En machos, la operación de esterilización parece a priori más sencilla.

Dicho esto, hay que hablar del tema de los embarazos porque muchas veces nos llegan hembras ya embarazadas o se da un error de sexado y simplemente ocurren.

El embarazo de una jerba dura 24 días más o menos y de él pueden salir camadas de entre 2 y 10 jerbos perfectamente, aunque no suelen pasar de 7. Las camadas de pocos individuos corren el riesgo de fracasar porque no estimulan lo suficiente a la madre para dar leche, pero si se da el caso o si la madre muere, se les puede intentar alimentar a mano cada dos o tres horas usando leche para cachorros de gato y un cuentagotas o una jeringuilla.

Las madres primerizas suelen tener más problemas para sacar adelante a su prole, y se maximizan sus posibilidades si tienen la ayuda de otros jerbos, pero hay que tener cuidado, ya que una hembra adulta podría matar a la descendencia de otra y un macho adulto dejaría embarazada de nuevo a la madre en cuestión de pocas horas tras el parto. Una hembra joven, por ejemplo, sería perfecta.

Debemos tener en cuenta que, si no se separan machos y hembras, nada más parir una jerba puede volver a quedarse preñada. Si una jerba queda embarazada mientras alimenta a otra camada, la implantación de los embriones normalmente se retrasará, de manera que el parto puede ser hasta los 40 días tras el apareamiento, en lugar de los 24 habituales.

Las crías nacen sordas, ciegas y sin pelo y casi duplican su tamaño día a día, pero no deben ser manipuladas por nosotros hasta los 10 días, para evitar que les dejemos un olor extraño y sean rechazadas o atacadas por la madre. Poco a poco les saldrá pelo, se les formarán ojos y orejas y corretearán por todos lados. Después abrirán los ojos y a las 3 semanas empezarán a probar agua y comida, aunque seguirán mamando hasta las 4 semanas más o menos. Hay quien dice que están listos para separarse de la madre en cuanto dejan de mamar, pero no es bueno hacer eso, ya que aunque pueden vivir ellos solos, es mejor que aprendan lo necesario de sus padres hasta las 6 semanas. Eso les ayudará en su vida adulta.

Conviene separar la camada en machos y hembras antes de que cumplan 10 semanas. Evitaremos así una explosión de natalidad sin control a medio plazo, ya que las hembras pronto entrarán en celo.


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